Arde una estrella

Arde una estrella en medio del recinto,

una esquirla de luz que aja mis manos.

Soñando mil rostros de sienes plateadas 

y mil cuerpos hechos de sombra y silencio.

Tal vez cientos de dobles ojos verdes 

como culebras serpenteando la oscuridad.

Soñando tantas bocas con dientes perlados 

que son verja en el abismo de sus fauces amorosas.

tantas rosas del recuerdo desgajándose en pétalos marchitos,

tantos lirios de piel desgranándose al borde del lecho amante...

Y en ese soñar de tiempo infinito, 

de rotas clepsidras, de instantes olvidados 

en ese desfallecer de la noche en la  ecúmine silenciosa,

en los pliegues opacos entre blancas paredes,

y en los rincones donde crecen los hongos de la muerte...

En ese espacio,  abrazar entonces la estrella,

integrarme a ella con suave dolor,

para acariciar un día la sanación

de esta alma cansada que no quiere otra cosa

¡que trasmutar en flor!

Paula