Esta tarde - noche,
mientras se aquilata en el horizonte
la sangrante moneda de oro,
acaricia el silencio mi cuerpo
y me integro a la voluntad natural,
me fundo con el cielo en la lontananza,
y me perfora la brisa intensa
que traspasa el manto de mi piel.
Soy, en todo sentido, una con el tiempo,
no hay más jirones de estrellas,
ni particiones opacas de la luna,
no hay presente en la oquedad
ni es yermo el campo del ayer.
No existe un futuro incierto,
ni la liviandad que envuelve sus sueños.
Ahora solo estoy yo,
entremezclada con el viento,
abrazando la distancia en mis ojos,
sintiendo el mar incorporado en mi pecho.
Entonces, con los brazos abiertos,
me entrego a la infinitud permanente
y atemporal de este universo...
Soy amplia, inmensa, como el espacio abierto.
Paula
El poema me gusta mucho y "la moneda de oro" me ha encantado.
ResponderEliminarBesos.
Me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarBeso grande.
Te narraste en versos, Paula, envidiablemente, con una destreza y una gama de recursos notables, además. A las pruebas me remito ("la sangrante moneda de oro", "la brisa intensa que traspasa el manto de mi piel", "no hay presente en la oquedad ni es yermo el campo del ayer", "abrazando la distancia en mis ojos, sintiendo el mar incorporado en mi pecho", me entrego a la infinitud permanente y atemporal de este universo...") para probar mi dichos con sólo algunos ejemplos.
ResponderEliminarAbrazo maravillado y, claro, sin sombrero.
Hola Carlos, muchas gracias amigo, me alegra que te haya gustado.
EliminarUn besazo y feliz semana.